sábado, 29 de septiembre de 2012

Humor Sano


Una vez un compañero se puso muy pesado con el tema del vegetarianismo, dieta de la que él era partidario y, como si de un vendedor ambulante se tratara, intentó persuadirme para que me uniera a su noble causa. Así que estuvo toda una tarde entera argumentando los beneficios de no comer animales, hasta que me preguntó si me había convencido.

    —Bien, después de todos los motivos que te he dado y que creo que comprendes, ¿ por qué no te haces vegetariano? Y no acepto por respuesta un “porque la carne está muy rica”.

    —Mira, querido amigo —empecé a decirle, al ver que había censurado la contestación que iba a darle—, la razón por la que no soy vegetariano es porque si un día (Dios no lo quiera) nos estrelláramos en un accidente de avión contra una montaña helada, sobreviviendo solamente tú y yo al accidente, abandonados en aquel páramo frío y sin más alimento que la carne de los que han muerto, yo sería el que no moriría de inanición.

Y desde entonces mi amigo, aunque sigue siendo vegetariano, no ha vuelto a subir a un avión. Y ya no es mi amigo.

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